Una colaboración entre SAMY Alliance y Flamboyant Paradise con un giro inesperado
Good Shit, la nueva campaña creativa lanzada por SAMY Alliance junto con la productora Flamboyant Paradise, posiciona a PETA nuevamente en el foco del marketing disruptivo. Con una estética kawaii, un mensaje cargado de humor, y un enfoque libre de culpa, esta campaña marca un antes y un después en la comunicación del activismo vegano.
Segunda colaboración con PETA tras el éxito de “Piñata”
La campaña Good Shit se erige como el segundo trabajo conjunto entre SAMY Alliance y PETA, luego del reconocimiento que obtuvieron con “Piñata”, premiada con un Bronce en El Ojo de Iberoamérica. Esta continuidad reafirma el compromiso de la agencia global con causas sociales a través de un enfoque social-first y contenido de alto impacto cultural.
Una narrativa basada en insights reales
Dirigida creativamente por Santiago Lucero, Director Creativo Global de SAMY Alliance, Good Shit nace tras una investigación profunda que reveló dos verdades esenciales:
- El sufrimiento como mecanismo de rechazo: las campañas basadas en imágenes violentas bloquean emocionalmente a muchas personas.
- El estreñimiento, que afecta al 20% de la población mundial, puede combatirse con una dieta vegana.
Con estas verdades, la campaña se desmarca de la narrativa de culpa y opta por el humor como motor de cambio.
Humor, empatía y datos: una nueva fórmula para el cambio
En un entorno sobresaturado de contenido, captar la atención del público es más difícil que nunca. Lucero comenta que eligieron una mezcla de humor, animación y música como claves para crear una pieza inesperada que destaque en redes sociales sin recurrir a imágenes traumáticas.
Mimi Bekhechi, vicepresidenta de PETA, refuerza el mensaje con claridad:
«Evitar la carne en nuestros platos es lo mejor que podemos hacer por los animales y el planeta, y como muestra este video, también es excelente para un sistema digestivo saludable».
La estética kawaii como estrategia
El video central de la campaña y sus piezas complementarias (GIFs y audios) adoptan una estética kawaii, con ilustraciones naïve y adorables que contrastan con el tema principal. Esta tensión entre lo visualmente adorable y el contenido directo genera mayor recordación y evita caer en lo vulgar, según señala Javier Lourenço, director de la pieza audiovisual.
Distribución multiplataforma para un alcance global
La campaña fue diseñada para impactar en múltiples canales, optimizando los contenidos para cada formato:
| Plataforma | Formato | Enfoque visual y auditivo |
|---|---|---|
| YouTube | Video hero content | Animación kawaii con música original |
| Instagram/TikTok | GIFs animados (9:16) | Contenido vertical y shareable |
| Spotify | Audios | Microcuñas informativas con tono lúdico |
| Vía pública | Activaciones visuales | Carteles animados y QR interactivos |
El poder del marketing social-first
SAMY Alliance ha demostrado una vez más cómo una estrategia social-first, cuando se basa en insights reales y combina creatividad con inteligencia, puede convertirse en una campaña con potencial de viralidad global.
Gracias a sus herramientas internas de intelligence, la agencia identifica y transforma el comportamiento del consumidor en mensajes que conectan y generan conversación tanto en redes sociales como fuera de ellas.
Claves diferenciales de la campaña Good Shit
- Humor como palanca emocional positiva
- Desmitificación del veganismo sin confrontación
- Estética llamativa que rompe estereotipos
- Mensajes claros respaldados por datos concretos
- Amplificación efectiva en medios y redes sociales
¿Por qué “Good Shit” está generando tanto ruido?
El título es deliberadamente provocador. Además de su juego de palabras con el argot anglosajón, alude directamente a los beneficios digestivos del veganismo. Es un mensaje claro, directo y sobre todo compartible, lo que lo convierte en contenido ideal para plataformas como TikTok, donde el humor absurdo y visual tiene alto nivel de engagement.
Con Good Shit, PETA y SAMY Alliance han dado con una fórmula que desafía los clichés del activismo: impactar sin herir, divertir sin banalizar, educar sin moralizar.
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